Algarabía
de cristales de fuego y hielo
que
me alborotan desde el corazón
a
la punta de los dedos,
que
luchan por ser tangibles
a
través de la pluma,
galopan
sobre la hoja en blanco
y
llenan de frescura
el
alma que rozan sus versos.
Un
poema debe ser:
intenso
como animal salvaje,
apetecible
como fruta madura,
aromático
como los colores de un otoño soleado.
Un
poema será:
un
poso que perdure,
una
guitarra que acompase el sentir con el sentimiento,
un
baño entre lo que fue y lo que pudo ser,
una
lágrima que quiebre la risa contenida.
¡Quédate
ahí!.
No
quiero perder ni una letra.
No
quiero que nada cambie el instante
en
que consiga descubrir
qué
eres para mí,
Poesía.