Un día no supe entender
que para todo hay tiempo,
solo hay que aprender a darlo...
Ese día construí un muro
que protegiese mi espacio vital,
que aislase mi hueco del resto de huecos.
Un muro tras el que la batalla
fue librada por un solo ejército,
sin vencedores ni vencidos.
Yo construí un muro
hecho de esperanzas que ya no son tales,
de las disculpas que quedaron
en la boca entreabierta
y nunca fueron pronunciadas,
de los racimos de anhelos
con los que soñé
y no escaparon del sueño...
Pero hoy no quiero mutilar más mi alma.
Quiero podarla para que crezca sana
aun a costa de herirla,
porque herirse no es morir...
¡Decidido!
¡Hoy derribo mi muro!
Belén Rodríguez