Ayer se marchó para siempre Georges Moustaki.
La casualidad quiso que, en un comentario de mi post anterior, María hiciese referencia a él y a una de sus más representativas composiciones, "il y avait un jardín".
Al conocer la noticia no he podido dejar de ofrecer un pequeño homenaje a este cantautor al que tantas veces he escuchado desde la adolescencia.
Las letras de sus canciones son hoy tan actuales como el día que las compuso y su sensibilidad para con la naturaleza, el sufrimiento de los demás y las injusticias, se manifiesta en cada palabra que canta.
Youssef Moustacci, que así se llama realmente, nace en Alejandría (Egipto) en 1934 de padres griegos.
Pronto se siente entusiasmado por la literatura y la canción francesa, trasladándose a París en 1951.
Adopta el nombre artístico de Georges al oír cantar a Georges Brassens a quien, desde entonces, considera su maestro.
Comienza su carrera musical en 1961 con el disco "les orteils au soleil" y llega a editar treinta, el último en 2008 titulado "solitaire".
Escribe canciones para Edith Piaf , Yves Montand, Bárbara y especialmente para Serge Reggiani.
En 1968 compone e interpreta "Le Métèque" (El extranjero), su mayor éxito, que le convierte en símbolo de las protestas en París.
A partir de entonces su popularidad crece como la espuma.
Moustaki, también hizo algunas incursiones en el cine:
protagonizó "Mediants et orgueilleux" (Jacques Poitrenaud 1971) y Livingstone (Jean Chapot y Nelly Kaplan 1981).
En otras representó pequeños papeles.
Ofreció su último concierto en Barcelona en el año 2009 y dejó la música, definitivamente, en 2011 debido a una enfermedad pulmonar irreversible.
Sus letras son pura poesía convertida en canción.
Para quienes no le conocéis, os dejo una pequeña muestra.
Declaración:
Yo declaro el estado de felicidad permanente
y el derecho de cada uno a todos los privilegios.
yo digo que el sufrimiento es sacrílego
cuando hay para todos rosas y pan blanco.
Cuestiono la legitimidad de la guerra,
la justicia que mata y la muerte que castiga,
las conciencias que duermen en el fondo de su cama, la civilización en brazos de mercenarios.
Miro morir este siglo que envejece.
Un mundo diferente renacerá de sus cenizas,
pero simplemente no basta con esperarlo.
He esperado demasiado, lo quiero ahora.
Que mi mujer sea bella a cualquier hora del día,
sin tener que disimularse bajo el maquillaje
y que no me diga de dejar para más tarde
las ganas que tengo de ella y de hacerle el amor.
Que nuestros hijos sean hombres, no adultos
y que sean lo que queríamos ser antaño.
Que seamos hermanos, camaradas y cómplices
en lugar de ser dos generaciones que se insultan.
Que nuestros padres puedan emanciparse por fin
y que se tomen un tiempo, para acariciar a su mujer,
después de toda una vida de sudor y lágrimas
y del periodo entre dos guerras que no estaban en paz.
Yo declaro el estado de felicidad permanente.
Sin que esto sea palabras con música,
sin esperar que vengan tiempos mesiánicos,
sin que sea votado en ningún parlamento.
Yo digo que en lo sucesivo seremos responsables
no rendiremos cuentas a nadie ni a nada
y transformaremos el azar en destino
solos a bordo y sin maestro y sin Dios y sin diablo.
Y si quieres venir a la pasarela
hay sitio para todos y cada uno
pero nos queda aún hacer el camino
para ver brillar una estrella nueva.
Yo declaro el estado de felicidad permanente…
Il y avait un jardín
Esta es una canción para los niños
que nacen y viven entre el acero y el asfalto
y que no sabrán jamás que la tierra era un jardín.
Había un jardín que se llamaba la tierra,
brillaba al sol como una fruta prohibida .
No, no era el paraíso ni el infierno
o todo lo visto u oído.
Había un jardín, una casa, unos árboles,
con una cama de musgo para hacer el amor
y un pequeño arroyo corría sin una ola
venía lo refrescaba y seguía su curso.
Había un jardín grande como un valle
donde morían todas las estaciones.
Sobre la hierba brillante o sobre la hierba helada,
y descubrir flores que no tenían nombre.
Había un jardín que se llamaba la tierra,
era lo suficientemente grande para miles de niños.
Estaba habitada por nuestros abuelos,
quienes lo tenían a su vez de sus propios abuelos.
¿Dónde está ese jardín
donde nosotros hubiéramos podido nacer,
donde nosotros hubiéramos podido vivir
inconscientes y desnudos?.
¿Dónde está aquella casa con todas las puertas abiertas
que yo busco todavía y no la encuentro?
Le métèque
Con mi cara de extranjero,
de judío errante, de pastor griego
y mis cabellos a los cuatro vientos.
Con mis ojos totalmente abiertos,
que me dan un aire de soñador
que nunca sueña muy a menudo.
Con mis manos de ladrón,
de músico y de merodeador
que han pillado en muchos jardines.
Con mi boca que ha bebido,
que ha besado y ha mordido
sin jamás saciar su hambre.
Con mi cara de extranjero,
de judío errante, de pastor griego,
de ladrón y de vagabundo.
Con mi piel que se ha restregado
al sol de todos los veranos
y con todo lo que llevaba enaguas.
Con mi corazón que ha sabido hacer
sufrir mucho a quién ha sufrido
sin por ello hacer historias.
Con mi alma que no tiene más
la mínima posibilidad de salvación
para evitar el purgatorio.
Con mi cara de extranjero,
de judío errante, de pastor griego
y mis cabellos a los cuatro vientos.
Yo vendré, mi dulce cautiva,
mi alma gemela, mi fuente viva,
vendré a beber tus veinte años.
Y seré un príncipe legítimo,
un soñador o bien un adolescente
como el que tú quieras escoger.
Y haremos de cada día
toda una eternidad de amor
que viviremos hasta morir.
Y haremos de cada día
toda una eternidad de amor
que viviremos hasta morir.
Belén R.